Tuesday, May 14, 2013

Una fuente inesperada de alegria casi incontenible

El viernes pasado asistí a una charla que trataba de las razones por la que crecientemente existe mayor increencia religiosa hoy entre las personas. Me sorprendió, dado que durante las semanas previas había disfrutado tanto de ver en Youtube varias charlas y entrevistas con Richard Dawkins, posiblemente uno de los ateos más populares actualmente, la claridad, tranquilidad y coherencia con que Rodrigo Polanco abordó el tema. Confieso que esperaba un discurso narrativo bastante más alejado de la realidad, según cómo lo percibo por lo menos. A cambio, me encontré con una presentación bien preparada, transmitida con elocuencia y carisma, participativa en ciertos momentos cuyo contenido de descripciones aparentemente razonables me hizo sentir en algunas instantes miedo de que la supuesta solidez de los fundamentos en los que se basaron sus argumentos fueran capaces de convencerme hasta a mí de algo sobre lo que dudas no me hacen falta. Enfrentado con esa situación, recuerdo vívidamente un momento particular en que tuve que morderme el labio para no reirme, no porque lo que estaba escuchando y anotando me parecía chistoso o ridículo, pero por una casi inexplicable alegría que se gatilló en mi. Alegría digo porque siendo un tema, nuestra relación con lo divino del universo por decirlo de alguna manera, que me interesa profundamente, fue tan bienvenida la sorpresa de encontrarme con información que me pareció útil para seguir desarrollando mis propias nociones/ideas/perspectiva y cosmovisión que casi me dejé reaccionar espontáneamente. Dado el contexto en que estaba, reirme hubiese parecido tremendamente inapropiado claramente, pero creo que en ese momento intuí que estaba frente a una verdadera oportunidad para aprender/crecer, sin considerar o prever en ese instante el trabajo que tendría/estoy haciendo para desenredar, hilo por hilo, cada frase y dato que logré anotar/registrar del contenido que se me fue comunicando durante la presentación. Viendolo/pensándolo ahora, esa sensación que me motivó a morderme el labio fue una clara señal quizás, de cuánto amo aprender del tema y lo importante/necesario que es suspender, a veces, la certeza que mantengo respecto a temas que me importan, que me interesan, los que me preocupan y me llaman la atención, y quizás especialmente cuando me encuentro frente a una postura aparentemente contraria a la que pienso/siento sostener. Siendo una persona que se ha dedicado a estudiar/aprender/practicar durante la última década, habilidades y técnicas que tienen que ver en su núcleo/esencia precisamente con comprender no sólo cómo el contenido y la forma de un producto/servicio/solución afecta a las personas para quienes fue desarrollado el proyecto, sino también como ambos aspectos interactúan para influir en su estimación de valor y la percepción del beneficio que les entrega, descubrí inesperadamente otro ámbito de la vida en la puede intervenir el pensamiento de diseño, o design thinking. En conclusión: A modo de conclusión, le cuento estimad@ lector@, que cuando me puse a redactar este post, mi intención fue abordar otro tema, el de la crisis de la representatividad hoy, tema que opté dejar pendiente por ahora para compartir lo que acabas de leer. A pesar de que el resultado del proceso de escribir/pensar no tiene clara relación con el tema que lo originó, aprovecho de preguntarte lo siguiente: ¿cuando fue la  última vez que sentiste similar reacción (alegría casi incontenible) frente a un contenido cuyo veracidad sospechabas?

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